La inteligencia, entendida como la capacidad mental general que comporta razonar, planificar, solucionar problemas, comprender ideas complejas y abstractas y aprender de la experiencia, es sabia y potente y nada pasa a los estudiantes que con ella pueden y saben compensar los déficits y carencias de nuestro sistema educativo. Hay estudiantes que no sólo pueden compensar y salir adelante a pesar de estas carencias, sino que incluso se convierten en eminencias y futuras celebridades. Sí, esto es muy cierto; pero también es cierto que “no todos aprendemos por igual” ni todos sabemos compensar ciertos déficits que condicionan poder o no poder fijar nuestros aprendizajes; y es por eso que cabe preguntarse: ¿qué ocurre con los estudiantes que no fijan sus aprendizajes? En este caso, la respuesta es que tal vez estos estudiantes necesitan que sus aptitudes cognitivas puedan aflorar con métodos que facilitan el estudio y que muchos se pierden por el camino del aprendizaje sin poder encontrar su sitio en el aula y sin que sus recursos, pese a tenerlos, puedan fluir. En ocasiones hay estudiantes que a lo largo de toda su escolaridad ni ellos ni ningún profesor han sido capaces de descubrir sus potencialidades, considerándose y siendo considerados «fracasados escolares».
Los especialistas del mundo de la educación sabemos que, en ocasiones, el éxito de los resultados académicos de un estudiante no depende tanto de su inteligencia, sino de la metodología que utilice para conseguir aprender los contenidos curriculares. Debemos tener en cuenta que «no todos aprendemos de la misma manera» y si la forma en que nos enseñan no responde a nuestro perfil cognitivo, probablemente, no podremos aprender a fijar de forma correcta nuestros aprendizajes. Por eso, la escuela debería plantearse de una vez por todas que “ enseñar a pensar y cómo aprender ” a los estudiantes a utilizar diversas herramientas y/o estrategias de estudio adecuadas es “la clave” de la educación porque es la forma en que los estudiantes pueden fijar y consolidar definitivamente los aprendizajes.
Pensar estrictamente que los estudiantes aprendan las áreas curriculares sin más, supone focalizar la atención educativa únicamente en los objetivos pedagógicos más inmediatos establecidos por nuestro sistema educativo. Sin embargo, pensar ante todo en «enseñar a pensar y cómo aprender herramientas y estrategias cognitivas específicas para poder fijar los conocimientos y aprendizajes” supone, por supuesto, dar prioridad a la metodología de estudio eficaz que permita consolidar los conocimientos de forma mucho más segura; es posible que piense que tal vez esta forma puede comportar un aprendizaje mucho más elaborado y lento ya que, por supuesto, esto requiere mucha más dedicación y tiempo. Es cierto; pero esta dedicación y tiempo revertirán, sin duda alguna, en provecho para los estudiantes que son, en definitiva, el objetivo primordial de la educación.
Si los estudiantes, en la escuela, pudieran profundizar más en sus aprendizajes con actividades específicas que les permitiera «aprender a pensar y cómo aprender a utilizar estrategias para fijar los conocimientos y sus aprendizajes” antes de que se les exigieran buenos resultados académicos de las áreas curriculares propuestas, éstos acabarían, sin duda, por consolidarlos mucho mejor y, por tanto, habría que pensar que sólo la simbiosis de estos procedimientos y en este orden: enseñar a pensar y cómo aprender + la práctica y el uso de las estrategias adecuadas para aprender y fijar los conocimientos dados + la exigencia de los resultados académicos, sería el camino adecuado hacia una finalidad educativa integral.
Es casi seguro que la mayoría estamos de acuerdo en que « no todos aprendemos por igual» y, precisamente por eso, los profesionales que trabajamos día a día con estudiantes, deberíamos estar muy atentos a estas diversidades cognitivas, potenciando una metodología que contemplara una forma de enseñar más coherente, además de más personalizada, para enfrentarnos en los diferentes perfiles cognitivos que encontramos en el mundo de la educación y, sobre todo, deberíamos tener muy claro que el estudiante necesita una metodología para «aprehender» sus aprendizajes.
Desde que el niño entra a formar parte de la comunidad educativa se le deberíaenseñar a pensar y cómo aprender a utilizar herramientas adecuadas” que le permitirán en un futuro consolidar sus aprendizajes y poco a poco podrá ir aflorando sus recursos y, a su vez, los profesores podrán darse cuenta de las dificultades de cada uno de sus estudiantes e intentar ayudarlos mucho mejor.
Por último, cabe decir que los educadores sabemos o deberíamos saber que sólo potenciando el desarrollo cognitivo y ejercitándolo al máximo con herramientas facilitadoras de estudio y no confundiendo los objetivos educativos pedagógicos con los objetivos de las áreas curriculares más inmediatos podremos desarrollar mucho mejor las inteligencias múltiples de nuestros estudiantes y podremos introducirlos en el maravilloso mundo del aprendizaje, dándoles, en todo momento, herramientas adecuadas que les permitirán adentrarse correctamente en el amplio y complejo mundo del aprendizaje con cierta solvencia y eficacia.
Actualmente, nuestros estudiantes reciben gran cantidad de inputs tecnológicos, que les ofrece un mundo de inmensa información. Los educadores los hemos de “enseñar siempre a pensar y cómo aprender a utilizar herramientas y estrategias de estudio adecuadas para que puedan llegar por sí mismos a una buena comprensión y estructuración de las materias de estudio ya un buen uso y consolidación del aprendizaje de toda esa información», pudiendo así fijar sus conocimientos de forma permanente.